Tenemos que cumplir todas las leyes de Dios, aunque tal vez nos salvemos si desobedecemos alguna, pero seremos los más insignificantes en el reino de Dios, o tal vez no estemos ahí. Nunca fue lícito que una mujer se divorcie de su esposo, ni menos ahora, por más que sea pagano, aunque sí es lícito que una creyente acepte el divorcio de su esposo pagano (Jeremías 3:1 NTV).
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