Enoc 104

Enoc nos asegura que tenemos ángeles intercediendo por nosotros ante Dios. Seamos pacientes como Dios. (Enoc 104:1-2)

En nuestra primera vida fuimos humillados, pero en la siguiente que viene pronto, seremos famosos y gloriosos, aunque esta profecía también puede ser para esta vida. Pidamos justicia a Dios, y Él la mandará, pues muy pronto volverá Cristo, y ellos que nos robaban serán castigados junto con los gobernantes, también esta profecía puede ser para esta vida. (Enoc 104:2-3)

Sigamos esperando y recordemos que seremos felices como los ángeles y no tendremos que escondernos del juicio final. (Enoc 104:4-5)

Para librarnos del juicio que se acerca, ya no pequemos. No tengamos miedo cuando los pecadores se llenen de riquezas y armas, pues éstas les durarán poco. (Enoc 104:5-6)

Sepárate de ellos. (Enoc 104:6 a)

La avaricia te unirá a los mundanos. (Enoc 104:6 b)

La violencia sana y violencia enfermiza. (Enoc 104:6 c)

Seremos compañeros de los ángeles. (Enoc 104:6 d)

La doctrina del amor al pecador. (Enoc 104:6-9)

Ellos adulteraron las escrituras sagradas, ellos desmienten las verdades que hay en ella, ellos adoran a imágenes cometiendo un grave pecado. (Enoc 104:9)

Dios le reveló a Enoc en sus tiempos, que en los últimos días, los maestros pecadores iban a editar las escrituras sagradas como también malinterpretarlas. (Enoc 104:10)

Los falsos maestros no solo inventarían enseñanzas, sino que las difundirían con libros, audios e imágenes, cosa que ya lo hacen sobre todo por dinero. Pero si de lo contrario, traducirían bien las escrituras originales y harían copias idénticas al original, Jesús testificaría favor de ellos en el juicio final. (Enoc 104:10-11)

Dios da las escrituras sagradas ocultas a los que ya no pecamos. Y nos alegraremos al aprender de la vida y revelaciones de los profetas. (Enoc 104:12-13)

Algunos piensan que los pecados que cometen de noche o lo que hacen de secreto de noche nunca saldrán a la luz, pero Cristo nos indica que somos lámparas que revelamos todo lo oculto. (Enoc 104:8, Lucas 12:3)